ATP.- El español conquistó este domingo su 12º título del Barcelona Open Banc Sabadell tras una batalla antológica, levantando una pelota de partido para vencer al griego Stefanos Tsitsipas por 6-4, 6-7(6), 7-5 tras una final eléctrica de tres horas y 38 minutos de juego.

En uno de los partidos del año, competido mano a mano hasta el final, el mallorquín encontró lo que más buscaba en la Ciudad Condal: un buen paso al frente en la gira de tierra batida.

En un partido no apto para cardíacos, el mallorquín frenó al jugador más en forma del circuito. Después de conquistar su primer ATP Masters 1000 en el Rolex Monte-Carlo Masters, ganar los 17 sets disputados sobre arcilla en la temporada y consolidarse como No. 1 en la Carrera FedEx ATP A Turín, el heleno se presentaba como un tenista mayúsculo en la final de Barcelona.

Nadal había definido a Tsitsipas como el mejor jugador del momento y la amenaza no tardó en aparecer. Con una capacidad innata para proteger el fondo de pista, Tsitsipas comenzó a desplegar su juego agresivo en la arcilla.

El griego rompió el saque de Nadal cuando una derecha combada del español se perdió por el fondo y colocó un 3-1 tan duro como el hierro. El jugador más dominador del presente se encontraba lanzado y con la posibilidad de asestar un golpe de autoridad en el corazón de la arcilla.

Con los primeros mandobles sobre la mesa, el partido arrojó a dos jugadores dispuestos a vaciarse en pista. Nadal apareció decidido a encontrar ese extra que subrayó necesitar en la previa del partido.

El balear aceptó el desafío del griego y se empeñó en hacer lo que acostumbra: ir un paso más allá cuando todo parece perdido. Con recuperaciones espectaculares desde la línea de fondo, Rafa consiguió girar un set que parecía condenado.

Una derecha cruzada de Stefanos impactó en el tope de la cinta, dando una primer manga épica al 11 veces campeón.

Con una actitud digna de la cima, Tsitsipas digirió el destino para seguir optando a todo. Con un revés afilado y unos golpes siempre firmes, el griego volvió a levantar una ventaja de 3-1 en el segundo parcial empeñado en retorcer la lógica.

Aunque nadie había batido a Nadal en las 11 finales que disputó en Barcelona el griego remara como si fuera posible. Desafiar a Nadal en arcilla siempre tiene respuesta y esa réplica no tardaría en volver a aparecer.

El tramo final del segundo set fue un intercambio de golpes formidable. Tsitsipas remontó una doble pelota de partido con 4-5, demostrando su capacidad de supervivencia en el escenario más duro de todos. Después, Nadal colocó el 5-5 tras reponerse de un 0-40, levantando a la grada con una competitividad de impresión. La batalla se extendería hasta llegar al desempate, donde las pulsaciones no bajaron en ningún momento.

Nadal pasó de dominar 4-2 el desempate a verse cara a cara con drama. El español levantó dos pelotas de set con 4-6 en el marcador, pero no pudo evitar que el griego forzara la tercera manga cuando un resto de revés murió en la red.

Nadie había arrebatado una manga a Nadal en una final de Barcelona desde 2008, trece años atrás, pero Tsitsipas ya había demostrado su capacidad para ascender montañas.

Sobre la Ciudad Condal podía sobrevolar el recuerdo de Melbourne. Allí, durante el primer Grand Slam de la temporada, en un partido emocionante como pocos, el jugador de Atenas consiguió remontar dos mangas al balear para firmar una de las victorias más notables de su carrera.

Unos meses después, en una superficie diferente y con el espíritu intacto, Stefanos remarcó una de las señas de su juego: una fe sin límite para conseguir los imposibles.

La tercera manga era cuestión de supervivencia. Con una tensión máxima a ambos lados de la red, Nadal y Tsitsipas cruzaron golpes con la decisión de los elegidos.

El revés a una mano del griego, un arma colosal para abrir la cancha, se encontró con el tesón del español, esforzado en responder a cada embestida. La igualdad se mantuvo en lo alto del partido, una batalla como pocas se recuerdan en la Ciudad Condal.

Con una firmeza a la altura del reto, Tsitsipas remó hasta tocar la pelota de partido con 4-5 en el marcador. Y el drama no pudo ser mayor. Ante un graderío que perdía el aliento, Nadal levantó el trance yendo al límite. Exigido en el fondo por la violencia en el golpeo de Stefanos,

Nadal mandó un revés paralelo contra el tope de la cinta, un beso en la red que supo a segunda vida. El juego fue tan agónico que Nadal lo cerró con una volea en la red, un vía crucis que el mallorquín anuló arengando a la grada en busca de vítores.

El tesón de Nadal encontró su recompensa en un cierre inolvidable. En uno de los juegos más intensos de la tarde, Tsitsipas pestañeó con las fuerzas al borde del colapso.

Buscando asegurarse el desempate con 5-5, una derecha cruzada del griego se marchó al pasillo de dobles, dando al español la oportunidad de cerrar el encuentro al servicio. Nadal aprovecharía la oportunidad para apretar los dientes y sellar una de las finales más igualadas de siempre en Barcelona.

Cuando el último golpe de Tsitsipas aterrizó más allá de los límites de la cancha, el español se desplomó sobre la arena con los ojos cerrados, saboreando una victoria bien especial ante sus compatriotas. Un triunfo de esfuerzo pleno para redondear una mágica semana en casa.

Con el primer título de la temporada el mallorquín alcanza las 87 coronas individuales en su carrera, engrandeciendo una trayectoria estupenda en el ATP Tour.


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