.- En los últimos días se han leído comentarios negativos sobre los resultados de algunos atletas mexicanos, como si fuera tan fácil ganar medalla olímpica. Por eso quise escribir esto para explicar, objetivamente, lo increíblemente difícil que es llegar a unos Juegos Olímpicos.

Para empezar, decir que hay que nacer con talento, lo que de por sí es muy complicado. Para la mayoría de nosotros, aún entrenando al máximo y dedicándonos con todo, no nos alcanzaría para oler los Juegos Olímpicos.

México ha tenido sólo 2112 atletas inscritos en su historia. Imagínense.

Luego hay que descubrir tu vocación relativamente temprano, para algunas disciplinas, como gimnasia, si empiezas a los 8-9 años ya vas tarde, otras te permiten arrancar después, pero si a los 16 no te dedicas al deporte para el que tuviste facilidad, es casi imposible que llegues.

Luego hay que entrenar. A partir de los 12-13 años, es diario. Y eso contando con que tu localidad tenga las instalaciones. Si no, imposible. Si las tiene, a veces están en pésimo estado. Luego tienes que encontrar un buen entrenador, que en México no abundan. Si es malo, adiós.

El propio joven debe tener la disciplina del entrenamiento diario, el sueño, la alimentación… uf, me olvidaba, la alimentación, si eres muy pobre -algo que en México es lamentablemente bastante común-, complicado que tengas oportunidad de competir al mismo nivel. Otra traba.

Ya si pasaste esos obstáculos luego estás tú mismo. Desde los 16 años tienes que olvidarte de amigos, fiestas y excesos. Se dice fácil, pero muchos fracasan y van pa’ fuera. Y también hay que mantenerte, si se te acaba el dinero, hay que trabajar, y es difícil competir a la vez.

Ya lograste sobreponerte a todas las adversidades y eres de los mejores de tu disciplina, pues hay que sobrevivir a los corruptos directivos de federaciones, que van a intentar poner a sus hijos, a sus cuates, a sus amantes, o a los que les den lana, y no les vas a importar.

Lo lograste, sobreviviste a eso, pues ahora te debes enfrentar con otros 100 que lo hicieron en tu disciplina en el país, todos con el mismo sueño que tú. Pero eres mejor que ellos, los venciste, pues ahora van otros 100 aún mejores, que vienen de otros países del área.

Esos países a veces tienen mejor genética, mejor nutrición, mejores entrenadores y mucho más apoyo, porque en México, como tu deporte no es popular, nadie te va a dar nada. Con suerte una beca para tus necesidades más básicas. Y así te vas a enfrentar a los mejores panamericanos.

Lo lograste. Calificaste a los Juegos Olímpicos. ¡Eres uno de los mejores 40-50 atletas en tu disciplina, en todo el mundo!

Superaste las probabilidades más jodidas posibles, pero ahora, en tu país, hay periodistas y aficionados, que no tienen idea de lo que sufriste, te exigen ser top 3.

Y si no lo eres, te tiran mierda, dicen que eres un huevón, que te faltan huevos, que te cagaste. Y tú, que eres uno de los 50 mejores del mundo en lo tuyo, tienes que comer mierda y poner tu mejor sonrisa, porque no hay nada peor que ilusionar a un mexicano y luego decepcionarlo.

Por eso, antes de juzgar las actuaciones hay que entender lo difícil que es.

El brutal esfuerzo. Las privaciones. Los sacrificios.  De verdad disfrutar a los medallistas porque esos son los que sobrevivieron a todo y aplaudir a los demás, cuyo esfuerzo fue igual de grande.


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