.- Dentro del clásico relato hollywodiense, el súper héroe era blanco, guapo, alto, Alfa, exitoso, adorado y con un nombre que nuestros vecinos no tenían. Debía ser un nombre lleno de aliteraciones, fuerte e imperial.

¡Qué difícil es poner un nombre exacto a los personajes de una novela como bien subraya el maestro Mendoza! A veces, le resultaba tan complicado escoger uno, que en varias novelas su protagonista no lleva nombre. Es un genio.

En nuestro imaginario, Clark Kent o Peter Parker eran mejores que Juan López, nuestro Súper López y Axl Rose o Slash eran infinitamente superiores a Manolo García o Juan Rodríguez (cantantes de El último de la fila y Los Planetas)

Como mucho, hace un tiempo, solo teníamos a Mortadelo y Filemón, pero les aseguro que nadie ha bautizado a sus hijos con ninguno de esos dos maravillosos nombres.

Cuando coincidí con Francisco Ibáñez no se me ocurrió preguntarle el origen de esos nombres, ya que él me sonrió y me dio las gracias mil veces por yo haberle dado las gracias al haber devorado sus decenas de miles de viñetas. Yo, como millones de los de mi generación.

Ayax, Aquiles, Arya, Zeus, Hércules… comparados con Roberto sonaban mejor.

Sin embargo, estamos dando un vuelco aterrizando los nuevos ídolos como Roberto Iniesta (Extremoduro) o Andrés Iniesta.

Madonna, por su nombre sugería más que Aitana, en cambio ahora tenemos dos Aitanas que son dos diosas del firmamento, una cantando y otra jugando al fútbol. Por no hablar de nuestra Rosalía o Carol G.

Uno se da cuenta que puede idolatrar a alguien que se llama Carvajal, Casadó, Cubarsí o Muniaín. Estos últimos no solo tienen nombres de aquí, sino que además son más jóvenes que nosotros. Es el colmo, ¡Qué pensarían los dioses griegos!

Puedes decir sin temor que te fascina José González (cantante sueco espectacular) sin que te miren mal porque antes, hace veinte años solo te podía gustar Robert del Naja o Tricky de Massive Attack. Que los adoro.

Es genial sentir que vuelve el orgullo por lo nuestro, el apropiarse del relato vivencial, el socializar las palabras a positivo, el acercar y querer al vecino, el sentir que también podemos ser los héroes de los otros sin despreciar otros relatos.

Que no se me malinterprete, me hubiera gustado siempre conocer a Bruce Wayne y haber tocado con Coltrane, lo único bonito es que ahora también estamos cada vez más orgullosos de lo nuestro y que nuestros nombres para bautizar a nuestros nuevos héroes, también son cool,

Por último, y por enfatizar lo bonito que suena su nombre del que es el súper héroe de todos, aunque no quiera, aunque le dé igual, aunque solo quiera jugar al fútbol, aunque tenga 17 años y vaya con aparatos en los dientes: qué bonito es el nombre de Lamine Yamal, el héroe de todos los que creemos en la diversidad, en que las diferencias nos unen y en la inspiración del talento y la constancia.

(Pedro Galván)


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