- Actualmente se desempeña en la Unidad Municipal de Protección Civil y Bomberos de Bahía de Banderas, ejerciendo su vocación dentro y fuera de las horas de servicio
.- Este 24 de junio, como cada mañana, desde hace diez años, Adriana Trejo Villegas, Segundo Oficial Paramédico en la Unidad Municipal de Protección Civil de Bahía de Banderas, se alista muy temprano, calza sus botas y porta el uniforme que le ha dado grandes enseñanzas y satisfacciones, pues desde su primer servicio no deja de sentir un gran compromiso con la sociedad y sobre todo con las familias de aquellos que le ha permitido asistir en una situación de emergencia.
Adriana, empezó como voluntaria en la Cruz Roja, en el vecino municipio de Puerto Vallarta. Inició con lo básico, la atención en primeros auxilios. ¿Su primer servicio? Dar atención a una persona electrocutada.
Cuando le avisaron que sería parte del equipo de atención, recuerda: “Sentí una gran adrenalina, primero una emoción de ir en una unidad de emergencia, ya después sentí ganas de querer aprender más, porque la persona se nos puso grave y yo sentí esa necesidad de aprender más porque me gustaba lo que estaba haciendo. Tal vez, esa persona tenía papás, hijos, familia…
Al final la persona falleció. Era una persona joven, estaba trabajando cuando tocó un cable de alta tensión y ese fue mi primer servicio, no se me olvida, aunque han pasado muchos años, no se me olvida”, relata con voz orgullosa por la profesión que ha elegido y que, afirma, volvería a elegir sin vacilar, pues no se arrepiente de su decisión a pesar de las largas jornadas y las difíciles situaciones que ha enfrentado mientras aplica lo que sabe para salvar una vida.
La vida diaria de un Paramédico es intensa, siempre siento adrenalina y nervios: “Pues no sé con lo que me voy a enfrentar”, dice, mientras hace una pausa, y luego de un breve respiro, con voz entre cortada, relata que, desde la muerte de su padre, quien padeció una enfermedad muy difícil y prolongada, ella afianzó su vocación: “La abrazo con amor y dedicación al servicio de los demás”, en su mayoría desconocidos para ella.
“Para mí, mi papá era todo. Y cuando él se enferma, requirió muchas veces ayuda para estar en un hospital. Afortunadamente me ayudaron, entonces dije, yo voy a hacer lo mismo, cuando alguien está enfermo, accidentado; brindarle lo mejor que se pueda, atenderlo”, y es que su vocación no solo la ejerce en sus días de servicio, sino que ha podido auxiliar a otras personas que lo han solicitado:
“Hemos encontrado gente en la calle que nos da las gracias, que nos dice ‘Dios los bendiga por lo que hacen’ y eso es muy hermoso, que alguien te diga esas palabras, que te den una bendición por algo que tú hiciste, si se siente muy bonito” dijo.
Adriana, dice que, como cualquier persona, ha sido tocada en sus emociones en aquellos casos en donde el dolor ajeno la ha superado, pese a la constante capacitación que recibe, ya que nunca se está preparado para todo. Todos los días son casos distintos los que tienen que atender.
Ella recuerda un caso en particular de una familia donde una madre atentó sobre su vida y sobre la de sus dos niños pequeños: “…Y si, me puse a llorar. Mis compañeros se dieron cuenta y me dijeron que me fuera a la ambulancia y literal, me subí y me subí a llorar por que era mucha impotencia ver que a dos personitas pequeñas alguien les hubiera hecho ese daño”.
Sin embargo, pese a las difíciles situaciones que enfrentan, cada día se dirige a la base de Protección Civil en el Municipio, con la misma convicción de servicio que la mueve desde hace diez años, al llegar revisa su ambulancia, ordena los insumos que se necesitan, surte aquellos que hacen falta y esta lista, a la llamada de auxilio cada vez que el teléfono suena.