.- Recordar es vivir, pero lo más importante en la vida es trascender, para alcanzar en la vida su propia justificación de la existencia de cada uno de los que habitamos este hermoso planeta azul.
Hoy en día tal parece que tanto el hombre como el mundo contemporáneo están desorientados. La realidad es que encontramos a una sociedad de consumo, muy sensualista que sólo le interesan comidas y bebidas excitantes, parece que está muriendo la ideología porque su fuerza se ésta deteriorando.
Necesitamos certidumbre moral ya que en la sociedad urgen normas y reglas que permitan comprender aquello que es necesario saber y evitar, aquello que es deseable o no, aquello que es bueno o no lo es.
Estamos ante tiempos de cambios por eso los gobernantes de los tres niveles de gobierno deben de manejar la verdad sin envolturas emocionales, conscientes de que la verdad es un valor político de la democracia, porque quien piense que un pueblo no la puede conocer, realmente está postulado que no puede gobernarse así mismo.
Conocer la verdad es hablar sin tapujos “la realidad tiene límites, siempre se debe saber lo se pude hacer y lo que no se puede hacer”. No podemos vivir en el engaño se hace más de lo posible pero nunca lo necesario. Adoptemos actitudes que conlleven a fortalecernos para alcanzar todos aquellos anhelos con metas y objetivos precisos, basados en nuestra propia dignidad.
Las demandas del pueblo cada día son mayores; los pobres, los desamparados y humillados de la tierra ya no tienen esperanza de un paraíso, en el cual los seres humanos serían iguales de hecho, como fueron declarados iguales en derecho. Lo que es muy cierto es que la pérdida de esperanza es la que deja un gran vació.
Es una verdad que los acontecimientos de inicios de siglo han transformado por completo la geopolítica mundial a gran velocidad. Sin lugar a dudas se presagian grandes conflictos: catástrofes ambientales, tensiones sociales e. incluso también de la libertad, incertidumbre en las personas, acerca de sus vidas y las de sus hijos.
Debemos de estar preparados ante cualquier eventualidad, se requieren de gobernantes que tengan serenidad en el poder, porque para que este fructifique se debe de tener carácter, pero no mal carácter.
Si se tiene éste último, se tuercen las decisiones de estado, si se carece del primero, las torceduras son más pronunciadas. Ante las terquedades de la economía, las parsimonias de la administración, los dobleces de la política, la firmeza de los adversarios, la magnitud de los problemas y la gravedad de los rezagos, se debe de actuar con mucha inteligencia, en donde sobresalga el trabajo en equipo.
Ante lo anterior descrito me tomo la libertad de hacer unas consideraciones, para que los gobiernos cumplan con su pueblo a cabalidad: La decidida participación de los gobernantes por lograr realizaciones, consolidar programas y resolver problemas, permitirá avances significativos en las tareas propias de la administración pública; bajo un esquema de planeación en donde los planes y proyectos aterricen para hacer que las cosas sucedan.
.- Bajo un proceso de desconcentración de funciones con orientación fundamental hará una mejor vinculación con la sociedad. Le permite aportar nuevas posibilidades de desarrollo, respetando sus valores y costumbres.
.- Salir al frente de los problemas más que desgastar, fortalece, más que desunir, solidariza. Los tres niveles de gobierno deben de reconocer problemas y errores y enfrentarlos con capacidad. Sabedores que el requisito elemental para salir adelante es “Unión es una lucha común”.
.- Como en toda sociedad libre hay divergencias y oposición, ante esto no debe de detener las acciones, todo lo contrario, viene a enriquecer al proceso democrático. La vocación del orden político es crear un espacio para la libertad, extendiéndola, lo más que se pueda, a la vida colectiva y en medio de los fenómenos sociales que se crea.
.- La conjunción de fuerzas democráticas ha permitido la Nación en el pasado superar obstáculos y agresiones, hoy nos permitirá marchar con paso firme hacia el dominio de los tropiezos temporales, sin sacrificar la democracia, la identidad, la cultura y el profundo respeto por nuestros valores.
.- Importante es comprender que la batalla de las ideas no termina. No debemos de temer nunca a la discusión de las ideas, porque de ella siempre sale fortalecido un País. Esta es una de las fuentes de enriquecimiento de nuestra tesis de acuerdo a las épocas en que vivimos, de acuerdo a los cambios materiales y espirituales de nuestro pueblo.
Pues bien necesitamos de un esfuerzo de renovación de los mexicanos, estamos redefiniendo muchas cosas. Urgen liderazgos que se atrevan al inicio de un cambio estructural en áreas fundamentales de la vida social, económica y política de nuestra República Mexicana.
Las crisis ha agudizado, pero a la vez se ha hecho posible la necesidad de profundas transformaciones. Se debe de tomar muy en cuanta al sector productivo pues el motor que mueve la economía de los pueblos. Los gobiernos deben de convertirse en facilitadores de la inversión buscando siempre los equilibrios que permitan un desarrollo pleno con su entorno.
Recordando al Dr. Pbro. Manuel Olimón Nolasco (qepd), gran amigo y maestro en una de sus tantas colaboraciones periodísticas: Para que México reverdezca y de frutos, necesitamos ser un pueblo de ciudadanos y no de súbditos, no tener miedo a ejercer nuestro derecho de pensamiento libre, a la palabra y a manifestar nuestras convicciones cristianas “tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.
.- En medio del temporal se marca la pauta de cómo enfrentar la crisis sin sacrificar soberanía y enfrentar tensiones internas sin perder rumbo. Por eso el contacto con el pueblo debe de prevalecer para evitar desequilibrios. Hablar siempre de frente con la ciudadanía y tomar con madurez lo que nos beneficia y rechazar los que nos perjudica, por no asimilable.