.- En el 15º aniversario luctuoso de la controversial periodista y ambientalista, parte de la sociedad civil que logró se declarase ANP al Salado e impulsó la cultura con las visitas de Carlos Monsiváis y José Luis Cuevas
A las nuevas generaciones tal vez no les digan nada el nombre de Hilda Gartmann. Sin embargo los que ya somos ahora de la “vieja guardia”, así como esa generación intermedia -entre los periodistas y comunicólogos- aún recordamos las anécdotas y vivencias compartidas controversial periodista.
Al cumplirse este 28 de noviembre 15 años de su muerte. Y a más de 20 años de una de sus anécdotas más compartidas, se pone en boga al encontrarse en la agenda pública el futuro del Salado. Ya que Hilda Gartmann fue férrea defensora del estero y fue parte de los activistas que lograron se declarase Área Natural Protegida (ANP).
Y nos referimos a la famosa “estampida de cocodrilos”, sin que nunca hubiera sucedido -sin ser veraz pero si verosímil- que hasta hizo que un reportero de Televisa cuestionase al entonces alcalde David Cuevas García sobre la nunca sucedida estampida de cocodrilos, que había relatado la Gartmann en las páginas del Meridiano, del cual también fue fundadora en la edición Puerto Vallarta.
Hilda Gartmann, quien llegase a ser en sus tiempos de esplendor la editora del Suplemento Cultural del Excélsior, después de haber estudiado en Europa. Aunque en Puerto Vallarta, a donde llegó en 1982 como corresponsal del otrora periódico de la vida nacional, ya no vivió sus mejores momentos periodísticos al adoptar un estilo tan particular, de pescar un comentario dicho al vuelo para redactar una nota o esos escritos que se hicieron celebres como “la estampida de cocodrilos”, que relató ante la irrupción de maquinaria en el estero en el frustrado proyecto inmobiliario de Marina Vallarta II.
Amiga de Monsiváis y Cuevas, hasta corregía a Felipe Calderón
Con su mordacidad y franqueza despiadada, no dejaba de ser extraordinariamente culta con amigos, como el escritor Carlos Monsiváis y el pintor José Luis Cuevas, a quienes vieron varias veces a Puerto Vallarta a invitación de Hilda para impartir conferencias e inaugurar el primer Centro Cultural en el Cuale.
Con esa cultura que adquirió al convivir con intelectuales también en La Soborna en su juventud, le permitía hasta corregir a un Felipe Calderón Hinojosa, cuando el entonces dirigente nacional del PAN en una reunión en esta ciudad, en su mensaje ante mujeres pretendió hacer gala al hablar de mitología, equivocó al decir que era Penélope en vez de Helena en la guerra de Troya.
La Gartmann le llamó la atención y sacó de su error.
Dueña y señora de la Sala de Prensa
Ejerció el periodismo por más de 44 años y en el 2000 se le hizo un homenaje en el patio de la Presidencia Municipal, lejos aquellos tiempos en el trienio de Efrén Calderón, cuando con su entonces jefe de prensa, se confabuló contra ella para que Excélsior le quitase la corresponsalía.
Era dueña y señora de la sala de prensa, con fuerte carácter e impositiva defendía su espacio y así le iba a quienes no lo entendieran así, dejó material para el anecdotario reporteril con aquellos que hizo blanco de su carácter explosivo y comentarios hirientes.
Y también en el político como aquella vez que en el salón de Cabildo, en un foro ambientalista, le espetó de cara al entonces alcalde: “¡Eres un pendejo Gustavo!”.
Así era Hilda Gartmann.
La controversial Hilda, despertaba por igual simpatías que enemistades, a veces solidaria y otras crítica acérrima, con más de 44 años de trayectoria en el periodismo, fue de los periodistas que pasaron de la máquina de escribir a la computadora, migró a las nuevas tecnologías, incluso antes que otros reporteros más jóvenes al ser de las primeras en crear su cuenta en Hotmail.
Se mantuvo en activo hasta que su salud se lo permitió, una periodista que se jactaba de sus más de cuatro décadas en la talacha reporteril, sin haber trabajado nunca en una dependencia gubernamental.
Tenía también una faceta de dulzura y ternura, con su compañero de vida David García Sánchez y su gata Herminia, así como con sus amigos cercanos –como quien esto redacta y que me reservó de esas ocasiones y muestras de afecto, que aún me conmueve recordarla, sin que estuviera exenta de blancoscuros-.
Le sobrevive un frondoso árbol
15 años ya de su partida. Y no la olvido, porque todavía me la recuerda ese árbol frondoso en la entrada del estacionamiento de Ley, porque hace más de dos décadas cuando planeaban tumbarlo y justificaban su tala por una plaga que había infestado el tronco, la Gartmann emprendió una campaña para defenderlo, y ella sola logró que no lo tumbaran, y ahí sigue.
Porque Hilda era una férrea activista y defensora del medio ambiente creando junto con otros ambientalistas el extinto Cofodes, participó activamente o sólo desde el ejercicio del periodismo, también montando guardias en la defensa del Salado y fue de esa sociedad civil que logró se declarase el ANP.
Era un agasajo esas charlas con ella, frente a una taza de café, no sólo por su cultura también por su visión en la política como aquella frase lapidaría en el 2000, en el proceso electoral: “ahí va a ir la bola de pendejos a votar por el orate” en alusión a Vicente Fox. Demás decir que Hilda votaría por Cuauhtémoc Cárdenas. Por eso y más, todavía la extraño.
Por ello al cumplirse su 15º aniversario luctuoso, ante el riesgo que la imagen de los últimos años opaque a la imagen de la hermosa mujer y gran periodista que en una época fue dentro del periodismo nacional, y de lo bueno que también dejó a Puerto Vallarta, se escribe este memorial.
Y todavía hay más de la historia de la Gartmann
Dora Hilda Bravo Gartmann, nació el 15 de septiembre de 1939, consignó en su trayectoria, en la hacienda de el Alcamún, en los límites costeros de Jalisco y Colima. Hija única de Miguel Bravo Gartmann y Doña Virginia de Bravo.
Contaba que la afición a las noticias se gesta en la infancia cuando sus padres atentos al desenlace de los Segunda Guerra Mundial y la postguerra, siempre tenían en casa diarios estatales y nacionales. A la par que su madre, Virginia y su abuela Margarita, afectas a la lectura la enviaban a la biblioteca por obras de la literatura universal, donde comenzaron sus primeras lecturas.
Era adolescente y radicando con la familia ya en Guadalajara, se entera que el periodista Salvador Borrego, buscaba prospectos para periodistas a incorporarse a la cadena de García Valseca, con el proyecto de El Sol de México, que sería el primer diario a color con la técnica de offset.
Pero al ser aún menor de edad, en 1952 consigue el apoyo del coronel José García Valseca para entrar a El Sol de Guadalajara, como telefonista, recibía los recados para los reporteros y atendía quejas de los lectores, además era “hueso” o sea la mandadera de la redacción, pero ya le permitían redactar notas de sociales y deportes.
Estaba por cumplir los 20 años de edad, cuando va a la Ciudad de México a estudiar formalmente periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Y es entonces cuando realiza la primera entrevista como profesional a André Malraux, entonces ministro de Cultura de Francia en 1959.
Esa entrevista se publicó en el Diario La Nación, que proyectaba un tiraje con cinco mil ejemplares diarios, contaba que para realizar esa entrevista fue asesorada por el Secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet y que fue en el restaurante del aeropuerto “Benito Juárez”.
Para 1960, compagina los estudios de periodismo en la UNAM, y la redacción de El Sol de México, como reportera suplente de los titulares de la fuente.
Logrando para 1964 ser becada para estudiar periodismo en Europa, becas que otorgaban los gobiernos de España, Francia y Alemania. Como becaria hace también viajes de investigación a toda la comunidad europea, incluso a la URSS.
Tiempos de gloria en que asiste a conferencias que se impartían en la Sorbona, por los más representativo del mundo intelectual y político de los 60`s, funge también como reportera huésped en el diario Le Fígaro y la revista Paris Match, que si bien ella escribía en español, se traducían al francés.
Estudios y preparación que le hacen retornar a México para ganarse espacio en los diarios Ovaciones y Excélsior, en los 70`s y a principios de los 80´s, con intervenciones para coordinar suplementos culturales, también en El Nacional y El Universal.
Esa es la historia de la Gartmann antes de llegar a Puerto Vallarta en 1982 con la corresponsalía de Excélsior que mantiene hasta 1989, también aquí sería corresponsal de AP y la Revista Época, además de laborar en “Vallarta Opina” al principio y en los últimos años en “Meridiano” Puerto Vallarta, pero eso ya es otro historia hoy recordada por las anécdotas que protagonizó hasta su muerte el 28 de noviembre de 2004.
Va esta semblanza para que los últimos años en el ocaso de una periodista no opaquen a la mujer hermosa y gran periodista que fue a nivel nacional, Hilda Gartmann. (Martha Ramírez Ruiz)