.- En aquellos días cuando presenté mi libro: “Un Testimonio de Vida y Fe”, vinieron múltiples recuerdos de mi infancia, al sentirme feliz en el patio central de la presidencia municipal, casa de los vallartenses.
Lo primero que brotó en mi mente fueron aquellas campanadas de la Iglesia de María de Guadalupe que hacían vibrar en todo mi cuerpo una especie de aviso a la vida, agradecimiento a Dios por estar disfrutando en este hermoso paraíso, de su naturaleza que la hace ser un pueblo prodigioso.
Las oficinas del viejo palacio municipal que ocupaban no más de 500 metros cuadrados con todo y cárcel; la del presidente municipal, regidores, tesorería y la secretaria general.
En esa misma cuadra se encontraba una hermosa casa donde vivía la familia Guillén, cómo olvidar la botica de Don Conrado, que siempre se mantenía llena de hombres, mujeres y niños que acudían a pedirle les aliviara de múltiples enfermedades.
Por otro lado, la notaría del licenciado Rodríguez Pedroza, ministerio público, telégrafos, en la esquina la casa de las hermanas Garibaldi, distinguidas damas y maestras ejemplares.
La joyería tiffany de Arnulfo Ulloa, el restaurant la Bota donde disfrutábamos de los acordes de la guitarra y tríos, tienda Tizoc y la casa de los García en la esquina; todos estos recuerdos me llenaron de nostalgia, alimento del corazón.
Ahora me encontraba en un funcional edificio en el que hoy en día se han tenido que utilizar más locales para instalar oficinas que por su operatividad eficiente se encuentran fuera de estas instalaciones.
Sigue creciendo el honorable ayuntamiento a pasos agigantados, se nota cómo la demanda de servicios públicos es inminente. Gran responsabilidad para quienes nos gobiernan; sigue aumentando la demografía de la región con personas de otros estados de México e inclusive extranjeros.
Qué nobleza de nuestra tierra al recibir a muchos que vienen en busca de nuevos horizontes y que hoy en día ya fincaron su hogar permanente, me pregunto ¿qué le hemos devuelto a esta tierra maravillosa para lograr verdadera prosperidad donde se viva en completa armonía?
PUNTOS CARDINALES
Recuerdo con emoción cuando existían en este paraíso escondido del siglo pasado, formas para describir la colonia donde vivías. Pa’l centro, P’al cerro, Pa’la orilla y Pa’l otro lado.
Realmente existía el famoso censo enfitéutico que abarcaba pocas hectáreas y era donde se encontraban propiamente las pocas casas construidas. Todo esto es historia de la buena, éramos una familia muy solidaria, es por eso que nuestras raíces son muy profundas, porque existieron hombres y mujeres que trabajaron con creatividad y esfuerzo físico para lograr este destino turístico.
Evoco a estos recuerdos porque sí tenemos grandes historias que contar y tomar muchas de ellas con orgullo. Las lluvias en abundancia con rayos y centellas que hacían un verdadero espectáculo, sus calles empedradas donde corrían grandes arroyos y desembocaban al mar sin obstáculos.
Todo estaba medido, la sabiduría de nuestro entorno natural era la que marcaba la pauta para vivir con equilibrios y así saber las temporadas donde sabíamos qué alimentos consumir, cómo vestir, qué precauciones tomar para hacer frente a los temporales de las estaciones del año, etcétera.
Siempre he aprendido que los pobladores de cualquier lugar debemos de adecuarnos a vivir de acuerdo a la propia naturaleza, y no imponernos a ella. Son muchas lecciones que nos da todos los días y aún seguimos dañándola de una forma irreversible.
EL GUSTO POR SERVIR
Mi paso por este edificio como funcionario público, brotó en mi ser, me desempeñé como regidor y vicepresidente municipal, tesorero y director de comunicación social, puestos que desarrollé con emoción, capacidad y trabajo. Momentos muy emotivos cuando serví con profesionalismo, pero sobre todo con humildad. También recuerdo a mis compañeros de cabildo en aquella época, que ya han partido para la eternidad, hicimos el mejor esfuerzo por convivir, y realmente constituirnos en un cuerpo colegiado al servicio de la sociedad vallartense.
Todos los días se aprende, pero se avanza más con paso firme y contundente con objetivos claros y precisos. Ahora observo que las cosas cambian, pero la esencia es por lo que debemos de luchar en forma integrada, cada quien desde su trinchera con una relación muy fuerte entre pueblo y gobierno.
Me doy cuenta de que algunos funcionarios públicos de otros niveles de gobierno se creen los “plus ultra” del acontecer político. Ya es tiempo de hacer una verdadera limpia, sobre todo de aquellos que abusan de su encargo, tengo confianza en que muy pronto habremos de tener resultados contundentes.
No es posible que, en lugar de orientar a los causantes, los asustan, o bien no dan cumplimiento a sus tareas, ya es hora de poner a cada quien en su lugar.
Pues bien, muchos recuerdos inolvidables por el paso de este recinto municipal, pero lo más importante es sentir que eres parte de una generación que debe de dejar huella y considerarte parte alícuota de esta tierra bendita de Dios.
Reafirmo con todo mi corazón mi anhelo de seguir contribuyendo a la grandeza de Puerto Vallarta Jalisco.
Por siempre un pata salada agradecido de Dios y la Vida.