.- Dice por ahí una hermosa canción; “cuando las horas pasan lentas en mis momentos de agonía, suspiro siempre noche y día, y me pregunto qué es el amor”. Evoco sin lugar a dudas a mis orígenes, en esta tierra maravillosa donde como una magia del tiempo escogieron mis padres para vivir y procrear con mucho amor a sus hijos.
Su sociedad conformada por familias realmente bellas en su trato cotidiano con sus vecinos, la solidaridad se hacía patente cuando por azares del destino era necesario acudir en ayuda de alguien que necesitaba de servicios o bien de consuelo cuando ocurría alguna fatalidad.
Siempre prestos los vallartenses para celebrar sus fiestas patronales y todas aquellas celebraciones con motivo de orgullo patriótico. La nostalgia también es necesaria para no olvidar jamás nuestro sentido de pertenencia, o como dicen comúnmente, siempre acuérdate de la cruz de tu parroquia; los orígenes de cualquier sociedad es necesario impregnarlas en letras y en todos aquellos medios de información para nunca olvidar nuestras raíces.
El orgullo de pertenecer a una casta de verdaderos luchadores de este pujante municipio de Puerto Vallarta Jalisco, se debe de llevar muy adentro de nuestro corazón para evitar el olvido, porque un pueblo sin memoria marcará el cero absoluto de la historia.
Porque sería una verdadera pena que nos sometiéramos a las mentiras de alguno que otro filibustero, que desea hacer la suya propia, con argumentos sacados a su conveniencia.
Una comunidad sin distingos como en todo núcleo de población, existían aquellos que gozaban de una mayor economía familiar, pero lo más significante es que siempre nos conducíamos con respeto, y en la convivencia las clases sociales pasaban a segundo término, todos éramos como una familia.
No existían escuelas privadas, la mayoría de mi generación fuimos educados en escuelas públicas y tuvimos maestros con verdadera vocación, a quienes sentíamos como nuestros segundos padres por su trato lleno de amor hacia sus alumnos.
Me atrevo a expresar que añoro esos tiempos donde la enseñanza en torno al respeto de nuestros semejantes y a la naturaleza, era la regla principal de la educación.
EDUCACIÓN Y SOCIEDAD
Difícil fue para nuestros padres el poder mantenernos para hacer una carrera universitaria fuera de nuestra población, muchos fueron los sacrificios que tuvieron que hacer para lograr un título profesional.
Hoy en día observo la facilidad de obtener una carrera profesional, pero veo con tristeza que hace falta mayor preparación y experiencia, pero sobre todo educación, estamos a tiempo de cambiar el rumbo donde exista mayor contenido en el aprendizaje y hacer mayor conciencia en obtener un espíritu emprendedor.
Debemos analizar con mucho cuidado el preparar a los alumnos de acuerdo a las demandas en las actividades propias de nuestra región, y a la vez exigirles sus prácticas profesionales donde muestren su aprendizaje en la vida diaria.
Es labor de las propias escuelas de educación media y superior, el promover que existan cursos de orientación vocacional, porque muchas de las veces quienes estudian sin saber cuál será su actividad, declinan después de haber invertido tiempo y recursos económicos, resultando muchas de las veces una verdadera frustración.
TALENTOS DESPERDICIADOS
Muchas de las veces me he encontrado a compañeros y amigos e hijos de mis amigos que estudiaron una carrera universitaria, haciendo trabajos diferentes por falta de oportunidades, pero también por el no haber logrado encausarse en la función de su carrera.
Resulta una verdadera lástima que después de tanto tiempo se desperdicien todos estos talentos que mucho pueden ayudar a aumentar nuestra productividad.
Todos deseamos trascender en la vida en una forma activa, donde busquemos nuestra propia justificación de la existencia, a veces es difícil encontrarla, pero basta con hacernos una análisis muy profundo del porqué estamos aquí, a dónde deseamos ir, y cómo podemos llegar al lugar de nuestras metas y objetivos, siempre con un sentido de superación capaz de mover conciencia.
Busquemos el no perder el sentido de ubicación para lograr adentrarnos en una actividad que marque nuestra razón de ser, donde podamos servir a nuestra comunidad con emoción y alegría. Solo de esta manera la trascendencia llegará a penetrar de tal manera que hará sentirnos útiles en esta sociedad a la que pertenecemos con orgullo.
EDUCACIÓN, RESPONSABILIDAD DE TODOS
Es responsabilidad de los padres de familia y de quienes se dedican a esta noble labor de la docencia, saber que educar no es tarea fácil, es una arte, una ciencia, es un don… Educar es ser guía, faro, brújula.
Esto implica estimados lectores, el estar seguros de nuestros valores, que sepamos cuáles son los más importantes, saber qué significan en el diario vivir. Tengamos claros nuestros objetivos hacia dónde nos dirigimos, y cuál es la mejor ruta, es importante que seamos capaces de vibrar por el don de la existencia, y a la vez tengamos un corazón enorme para escucharlos, abrazarlos y comprenderlos en amoroso silencio, evitando escandalizarnos o caer en sermones y regaños.
Pues bien, ahora saco a conclusión al pasar a la senectud, que es importante educar a nuestros niños para la paz. El niño al nacer está limpio de conductas aprendidas, por lo que tiene una capacidad infinita de asimilar toda la experiencia social que le es trasmitida por sus padres o por el adulto que lo cuida y lo atiende.
Al niño hay que enseñarle que viva como hermano de los demás, ponerle los elementos que lo ayuden a crecer en el amor y respeto al prójimo. Es en la infancia donde los estímulos que se reciben del entorno tienen la mayor importancia y significación para toda la vida.
Es, en ese momento, cuando se están formando las partes biofisiologicas y psicológicas, aquí se consolidan las bases fundamentales de la personalidad del hombre y la mujer.
.- Una condición esencial para la paz en cada familia, es que se apoye sobre el sólido fundamento de valores espirituales y éticos compartidos.