.- Siguiendo con estos emocionantes relatos desde la fundación de nuestro hermoso Puerto Vallarta Jalisco, nos damos cuenta de que era un pueblito católico, ya que desde agosto de 1864 se inició la costumbre de llevar a los niños a bautizar a San Sebastián, nos relatan que fueron 46 quienes recibieron este sacramento.

En la actualidad este poblado conserva una arquitectura que nos lleva a sentir esas costumbres y tradiciones de antaño. Hoy en día se ha hecho muy popular visitarlo e inclusive el valor del terreno ha subido y de las casas, donde muchas de ellas se han estado remodelando, cuidando su estilo muy peculiar de aquella época.

Siempre han existido las personas que les gusta ser el mal a la sociedad, por estos años un tal Lozada se hizo presente, convirtiéndose en un salteador de caminos que asolaba la región de Nayarit y parte de nuestra región, reforzó su gavilla con indios salvajes.

Hemos tenido hombres valientes que antes de que atacaran a las familias estos iban a su encuentro para detenerlos. Duraron alrededor de 5 días transitando por esas selvas y fue hasta el 4 de enero de 1867 cuando atacaron a los asaltantes, haciéndolos huir atropelladamente y matando a muchos indios salvajes.

Este bandido se convirtió en el azote del antes tranquilo Puerto, pero los del pueblo mostraron su valentía ahuyentándolos hasta sacarlos de su guarida en el cerro del Cabro.

Esta región ha tenido infinidad de recursos naturales nuevamente llego otra plaga de aventureros a querer enriquecerse, destrozando la selva virgen en busca del árbol de Brasil que proporcionaba tinta.

En los años de 1868 a 1870, lograron limpiar la zona de personas non gratas; es por eso por lo que admiro a nuestros antepasados como hombres bragados y de gran creatividad para luchar por su dignidad. No cabe la menor duda que este municipio se formó por la actitud siempre positiva de sus pobladores que lucharon a viento y marea por establecerse donde existiera paz y armonía.

Con el deseo de los pobladores Doña Ambrosia Carrillo de Sánchez promovió que fuera un sacerdote para bendecirles el Puerto. Con esta comisión salieron dos hombres, pero no alcanzaron a regresar, cuando venían con el ministro ya de regreso muy cerca del pueblo fueron asesinados por los indios, ocasionando mucha pena, teniendo que resignarse por tan fatal acontecimiento.

Lo importante que las familias seguían creciendo ya que para el 7 de octubre de 1873 los esposos Sánchez ya tenían 5 hijos; Blas, Onofre, Espiridiona, Dominga y María del Rosario. Siguió aumentando la población, ya en 1877, Las Peñas de Santa María de Guadalupe tenía sus ranchitos propios; uno de ellos el de Don Refugio Quijada con extensos plantíos de maíz y azúcar. Poseía cerca de mil cabras y seiscientas reses. La familia hacia exquisitos quesos y vendía leche de cabra y vaca.

Uno de los hombres que debemos de recordar con admiración y respeto a Don Eulalio Villaseñor que desmonto algunos kilómetros de selva para edificar casitas que regalaba a los que iban llegando, con el ansia de que el rancho se poblara más y más.

Mención especial las mujeres que acarreaban troncos que los hombres arrancaban y los niños hacían adobes, Don Ramón Macedo fabrico la casa más grande y bonita, altas bardas, tapanco amplio y ventanas muy cómodas para sentarse a ver la incomparable puesta del sol. Los barrios seguían multiplicándose como los de Salsipuedes y el guamúchil.

No cabe la menor duda que cuando un pueblo se une obtiene mayor progreso. Debemos de sentirnos orgullosos de saber que nuestros ancestros fueron seres que dieron todo para un pueblo que siempre se ha caracterizado por el trabajo de sus moradores. Sigamos pues con ese ejemplo para seguir creciendo inspirados en su grandeza.

-Cada instante una vida que nos llena de alegría cuando tenemos historia que nos anima a seguir adelante a pesar de las vicisitudes de la vida. –


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