Por Boris González Ceja | psicología

En México el 80 % de los hogares tienen personas que requieren cuidados; de tantas personas, el 20 % no recibe los cuidados adecuados. 1.5 millones de personas reciben cuidados por algún integrante del hogar; en más de un 75 %, reciben atención por parte de mujeres, de acuerdo con información del INEGI.

Como psicólogo he puesto el acento en que los seres humanos dependen, en distintos momentos de su ciclo vital, de recibir o brindar cuidados. Esta dependencia recíproca de cuidado constituye una expresión directa del respeto a la dignidad humana.

Muchas personas han abandonado a sus padres, sus hijos o sus familias por distintos motivos, especialmente por ser indignos para apoyar y sostener la vida de los otros.

El cuidado, en este sentido, se configura como el conjunto de acciones necesarias para preservar el bienestar humano, incluida la asistencia a quienes se encuentren en una situación de dependencia o requieran apoyo, de manera temporal o permanente.

El cuidado constituye una necesidad básica, ineludible y universal, de la cual depende tanto la existencia de la vida humana como el funcionamiento de la vida en sociedad, ya que permite asegurar condiciones de atención mínimas para una existencia digna, especialmente respecto de personas en situación de vulnerabilidad, dependencia o limitación.

El cuidado cumple una función individual y social fundamental: al procurar el bienestar frente a los límites impuestos por la existencia, la edad, la enfermedad o las condiciones físicas o mentales, se configura una condición necesaria para la realización de las actividades humanas y por lo tanto para el ejercicio efectivo de los derechos humanos.

Esta protección se expresa tanto en la atención que requieren determinados grupos -como las mujeres embarazadas, la niñez, las personas mayores, las personas con discapacidad o con enfermedades-, como en la situación de quienes brindan cuidados, ya sea de forma remunerada o no remunerada.

El derecho a ser cuidado implica que todas las personas que tienen algún grado de dependencia tienen el derecho de recibir atenciones de calidad, suficientes y adecuadas para vivir con dignidad.

Es fundamental que el Estado garantice que los cuidados que reciben las personas se realicen con pleno respeto a sus derechos humanos, en particular de su dignidad e intimidad, así como del reconocimiento de sus decisiones.

El gobierno debe adoptar medidas de desarrollo progresivo para garantizar el acceso efectivo a servicios de cuidado, conforme al principio de corresponsabilidad.

Los cuidados deben brindarse sin discriminación, respetando el mayor grado posible de autonomía de las personas cuidadas y asegurando su participación activa en las decisiones que les afectan.

El derecho a cuidar consiste en el derecho de brindar cuidados en condiciones dignas. Este derecho implica que las personas cuidadoras, -tanto en el ámbito familiar, como fuera de él- puedan ejercer su labor sin discriminación.

De esta forma, conlleva la obligación de las autoridades, de adoptar medidas progresivas para avanzar en la conciliación de la vida laboral con las responsabilidades familiares, la educación y la existencia de medios adecuados para llevar a cabo las labores de cuidado de manera segura y digna.

En el caso de las personas que realizan labores de cuidado no remuneradas, el Estado tiene la obligación de garantizar el goce del derecho a la salud, al trabajo y la seguridad social.

El derecho al autocuidado implica que tanto quien cuida como quien recibe los cuidados, procuren su propio bienestar y atiendan sus necesidades físicas, mentales, económicas, espirituales y culturales.

Esta dimensión reconoce la importancia de que las personas dispongan de tiempo, espacios y recursos para cuidar de sí mismas, ejercer su autonomía y llevar una vida digna.

Se requiere que el Estado adopte, conforme a su obligación de desarrollo progresivo, medidas que permitan contar con las condiciones para poder realizar acciones de autoasistencia de manera autónoma en beneficio del mejoramiento de la calidad de vida de las personas.

Estas acciones deben tomar en consideración los obstáculos que han enfrentado las personas pertenecientes a grupos históricamente discriminados en la realización y la recepción de cuidados.

Causas y azares…

  • Poner como héroe nacional a un presidente municipal gritón, que tiene a su municipio entre los más inseguros del mundo, habla de la medianía de la gente para elegir a quien aplaudir.
  • 11 meses de violencia en Sinaloa, ciudades con toques de queda, Ayuntamientos intervenidos por la delincuencia organizada hasta en servicios públicos. Allí se sabe quién gobierna en el país.
  • Que risa que los políticos solo apelan a la psicología en sus mejores chismes, digno de países tercermundistas.

Hasta la próxima, que hay que ser cuidadosos al involucrarnos en conflictos, ya que la energía invertida puede transformar nuestra propia naturaleza.

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