- “Guámaras” es una manera cariñosa de referirse al guamúchil, ese fruto primaveral que los conquistadores abominaban.
.- Para los jaliscienses de mayor arraigo, las guámaras (guamúchiles) son una bendición efímera de la primavera. Se refiere a la expresión cariñosa que recibe el fruto de un árbol de gran altura y tronco caprichoso que es trepado por intrépidos chiquillos.
Es el guamúchil, que también es el nombre del árbol. El fruto, contenido en una vaina, promete un cuerpo carnoso que recubre las negras semillas.
Cuando el fruto madura, es blanco, dulce, pero puede adquirir un color rosado a rojo rubí, entonces es supremamente azucarado. En su desarrollo, este fruto hincha la vaina hasta que se abre y se desgrana en las alturas, siendo festín de pájaros, murciélagos, abejas y asquilines.
Al ras de la tierra y a falta de un chiquillo de padres relajados, el mejor instrumento para bajar guamúchiles es el gancho guamuchilero.
Éste es preferencialmente hecho con carrizos largos y delgados que rebasan los tres metros de altura, al que se amarra en la punta un gancho de ropa.
“Gancho guamuchilero” también es la expresión que describe a algún conocido o desconocido alto y delgado. Después de comer el fruto, las niñas solían hacer pulseras y collares ensartando las semillas tiernas con aguja e hilo.
Pese a su dulzura, los guamúchiles, como toda leguminosa, será promesa de alto contenido de proteína y por lo tanto, gaseoso al terminar de ingerirlos.
Su recuerdo, permanece en el aliento, por eso no a todos los tapatíos les gusta comerlos, aunque hay una inclinación a ellos en el gusto popular.
Los españoles de la conquista de la Nueva España, al llegar a estas tierras señalaron que ingerir guamúchiles les infestaba el aliento y junto con las guayabas les parecía “abominación comerlos”.
Nunca deben comerse verdes, pues además de enchilosos, son “agarrosos” y aún más flatulentos.
Fuente: Jaliscocina.com